jueves, 16 de julio de 2020

11. Reflexiones de un médico tras meses de COVID 19

11. Reflexiones de un médico tras meses de COVID 19
Transcribo las reflexiones del Doctor José María Simón Castellví  (El Doctor Simón Castellví fue presidente de la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos. FIAMC, de 2006 a 2014; y sigue como miembro de la directiva de esa Federación)

<<Después de unos cuantos meses de sufrir la pandemia en curso, que remite en unas partes del mundo mientras que empeora en otras, ofrezco algunas reflexiones que me parecen necesarias. La primera, que es muy evidente pero que no parece que queramos asumir completamente, es que el ser humano es frágil y mortal. Ello nos tendría que llevar a todos a reflexionar más sobre la propia muerte y sobre el sentido de la vida. Esta es un don que debemos hacer fructificar. No vivimos para nada ni morimos para nada. Estamos siendo probados y deberíamos dar lo mejor de nosotros mismos a los demás y a Dios. Es deseable que el día de nuestra muerte podamos presentar algunos activos.

Deberíamos estar siempre preparados para irnos de este mundo en paz y en gracia. En cuanto a nuestra fragilidad, su existencia es tan obvia que incluso los que rebosan de salud, esperan una larga vida e imperan sobre los demás como dioses, un día no podrán levantarse, y lo saben. La fragilidad atrae a Dios y las obras de misericordia que todos deberíamos realizar a menudo -junto con la misión de los sanitarios, que también es un envío del Altísimo-, atenúa los sufrimientos ajenos. En estos tiempos, una visita (si están permitidas) a un anciano solo, una llamada telefónica, un buen consejo, una caja de bombones o unas flores pueden reparar en parte la soledad de los que están en las prisiones de la enfermedad o la vejez. Estas condiciones son en las que delega ordinariamente Dios para pasar de este mundo al otro.

En estos tiempos el gran público ha asumido contundentemente que hay unas normas higiénico-sanitarias que son muy útiles para no enfermar. Yo creo que incluso nos servirán para sufrir menos resfriados, gripes o toxiinfecciones alimentarias por E. coli en este mismo verano en el hemisferio norte. El distanciamiento interpersonal, la buena ventilación de las estancias, el frecuente lavado de manos y el uso de máscaras es muy útil para cortar la cadena de transmisión del virus que produce la epidemia. Incluso en el interior de las iglesias y en funciones religiosas se toman medidas prudenciales de este tipo. Sin embargo, no hay que olvidar que somos cuerpo y alma y que ésta debe también limpiarse prioritariamente antes de presentarnos ante Dios hoy y siempre.

Esta epidemia puede tomarse también como una oportunidad para cambiar de vida y de sistema de vida a mejor. Es un aviso-oportunidad para todos, un castigo para algunos, una gran prueba para muchos y quizá para otros un regalo. Pienso en una paciente concreta, viuda mayor muy piadosa que deseaba irse con Dios y con su familia. A ella le ha ido bien.

El cardenal Turkson, presidente de la comisión vaticana COVID-19, reafirmaba recientemente algunos elementos de la Doctrina Social que tienen toda lógica. Es mejor invertir en sanidad que en armas, promover la paz, afrontar con valentía la crisis económica priorizando los empleos y cuidar más de la Creación.>>

Aquí tenéis el enlace de ese escrito del Dr. Simón.:

https://www.fiamc.org/fiamc/presidency/past-presidents/dr-jos-maria-simon-castellvi-2006-2014/reflexiones-de-un-medico-tras-meses-de-covid/

miércoles, 15 de julio de 2020

10. Cuidados paliativos versus eutanasia


Artículo del Doctor José María Simón Castellví Publicado en 2016 pero, según nos indica, plenamente vigente (El Doctor Simón Castellví fue presidente de la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos. FIAMC, de 2006 a 2014; y sigue como miembro de la directiva de esa Federación)

<<Voy a tratar de explicar por qué es tan difícil comunicar al gran público las ideas más importantes de la asistencia médica al final de la vida. Estas se resumen en una tríada que siempre se tiene que tener en cuenta. Pensar en tres ideas a la vez no es tan fácil si no se domina el tema. Además, algunos conceptos han sido manoseados por los medios y no son próximos a los que utilizamos en la vida ordinaria.

La tríada es la siguiente:

1.- La eutanasia es siempre un mal que se debe evitar.

2.- El encarnizamiento terapéutico es siempre un mal que se debe evitar.

3.- Los cuidados paliativos son el bien que se debe ejercer siempre ante el final de la vida.

La eutanasia es toda aquella acción u omisión, que por ella misma o en la intención, quita la vida a un ser humano para aliviarle sufrimiento. Puede ser con una aplicación directa de una sustancia letal o dejando al paciente deshidratarse o morir por inanición. Por desgracia se ha legalizado y popularizado en varios países. La eutanasia es incluso un mal desde el punto de vista filosófico: la eutanasia voluntaria sería una supuesta acción libre que haría que la persona ya nunca más pudiera tomar acciones libres. La eutanasia abre las puertas a otros graves atentados contra la dignidad humana como la eugenesia (la “selección de calidad” de las personas), el aborto provocado de fetos afectos de enfermedades o los homicidios impunes en personas muy frágiles.

Encarnizamiento terapéutico es toda aquella terapia desproporcionada para el bien que se espera en el paciente concreto. Otros encarnizamientos, como el diagnóstico, también se deben evitar cuidadosamente. Afortunadamente, hoy en día, toda la Medicina está de acuerdo en evitar los encarnizamientos. Se puede discutir cada caso con el paciente, la familia y los compañeros médicos para determinar cuán lejos se debe llevar adelante un tratamiento.

Los cuidados paliativos incluyen todas aquellas estrategias que deben ser empleadas ante el final de la vida humana comprendida en su totalidad biológica, psicológica, social, familiar y espiritual. Por ejemplo, morfina, sueros, oxígeno, higiene, cambios posturales, cariño, atención a la familia, atención religiosa. Siempre es posible hacer algo por aquellos pacientes graves o terminales. Los cuidados paliativos son el mejor antídoto contra la tentación de la eutanasia y contra el miedo a los encarnizamientos. Forman parte indisociable de la buena práctica médica. Por el contrario, no proporcionarlos constituye un grave delito y pecado.

Ante el fin de la vida en esta tierra, los católicos, en la medida de lo posible, nos confesamos, recibimos el sacramento de la unción de enfermos y consumimos el viático (la eucaristía, en este caso como Alimento para el tránsito a la otra vida).

Para mejor aclararse en el mundo de las decisiones del final de la vida, se puede transformar la tríada anterior en una sencilla frase binaria: no es lo mismo morirse que que te maten.

Conozco a muchos médicos a quienes se les han muerto cientos de pacientes en sus años de ejercicio profesional. Sin embargo nunca les han quitado la vida a ninguno. Los seres humanos somos pasibles y mortales. La función del médico y de otros profesionales sanitarios es la de acompañar en el tránsito hacia la otra vida, nunca empujar a la persona a la muerte.>>