miércoles, 28 de junio de 2017

Basta ya de propaganda LGTBI

El Diario digital "ForumLibertas" publica una editorial bajo ese título. Pensamos que es una opinión respetuosa con todas las ideologías, seria, responsable, mesurada, que merece ser transcrita y puesta a disposición de cuanta más gente, mejor.  Aquí la tenéis:

Basta ya de propaganda LGTBI






 6 JUNIO, 2017

Es una evidencia que las personas homosexuales sufrieron una dura persecución durante el franquismo, aunque, en este caso como en todos, la variante clase social -que hoy siempre se omite porque lo único que cuenta es la igualdad en la identidad sexual-  era muy importante para determinar la aceptación práctica. En cualquier caso, lo sintomático e inaceptable era la legislación penalizadora.
Pero de entonces a ahora las cosas han cambiado sustancialmente y nadie puede pensar que España sea un país donde la homosexualidad se viva objetivamente con dificultad. Al contrario, Madrid y Barcelona se han convertido en capitales de la homosexualidad, y serlo acredita un plus, como acaece en el caso de los refugiados. El ejemplo del Ayuntamiento que preside Ada Colau es claro. En un pleno acordaron que las personas de aquella condición que fueran homosexuales tendrían preferencia en la acogida. Cuando pocas semanas después el concejal del PP, Alberto Fernández, pidió que se diera prioridad a la acogida de los cristianos perseguidos de Oriente, la propia alcaldesa le acusó de ir contra los derechos humanos y le instó a que rectificase. Si esta dualidad de trato se hubiera manifestado en cualquier otro grupo de población, el escándalo hubiera sido mayúsculo, pero tratándose de homosexuales aquí no pasa nada.
Lo que antes era persecución se ha convertido en privilegios. Y si lo de antes debe rechazarse, lo de ahora también.
No puede ser que en Catalunya se tramite una ley contra la discriminación, que no recoja cerca de una treintena de derechos y ventajas que establece una ley anterior, para evitar la discriminación de las personas LGTBI. La legislación de un Estado de derecho no puede consagrar una discriminación de los ya discriminados. Pero esto no sucede porque sí, porque, como ya advertimos en su momento, la normativa que teóricamente debía evitar la homofobia era en realidad una compilación de privilegios para este grupo de población que, por su naturaleza abusiva, los convertía en imposibles de generalizar para el conjunto de grupos que se encuentran en igual o peor situación.
Existe una acción masiva sistemática de propaganda para convertir a las personas LGTBI en el grupo de referencia de la sociedad. Si no fuera por la serie House off Cards, en la que un presidente de Estados Unidos, malo, malísimo, es homosexual, toda imagen pública de este grupo de personas sería excelsa, angelical, es decir, nada humana en su perfección, y eso es una comida de tarro porque como sucede con los seres humanos hay de todo en la viña del Señor.
Ahora la propaganda LGTBI continúa hasta extremos que superan lo ridículo, si no fuera porque todo es un conjunto que avanza en la misma dirección: convertir nuestra sociedad no en algo normal, sino marcada y sustanciada en su cultura e instituciones por la hegemonía LGTBI y por su doctrina necesaria, la perspectiva de género. Cuando se actúa en estos términos lo que está en peligro es la libertad y el Estado de derecho, como ya sucede cuando cualquier consideración que no guste a aquel grupo de presión es denunciada al amparo de las múltiples normativas que existen. La cosa no va a más cuando llega a la Justicia pero “la pena de telediario” y la acción represiva en diversas comunidades autónomas ya son suficientes para que impere el temor a abordar toda cuestión relacionada con los grupos y doctrina LGTBI
Ahora mismo, el Ayuntamiento de Madrid ha dado un paso más en este sentido gastando dinero en una sustitución que en realidad es pura propaganda: la de los “semáforos homosexuales” que contribuye a presentar  Madrid como la capital Gay, y en menor medida, Lésbica de Europa.
Hay que decir basta. Dejar establecido que una cosa es el trato igual a todas las personas en razón de su dignidad inalienable, y otra el conjunto de normas y prácticas que intentan convertir a nuestra sociedad en un colectivo LGTBI, porque quien detenta esta condición tiene privilegios, siempre tiene razón, y no puede ser víctima de ninguna crítica. 
Como escribió el primer ministro socialista francés, Lionel Jospin, en su oposición al matrimonio homosexual, el mundo no se divide entre homosexuales y heterosexuales, sino entre hombres y mujeres unidos, añadimos nosotros, por la común condición de seres humanos. Es sobre y para la dignidad de ellos para quien se debe gobernar, y no para variopintas “tribus” que rompen esa unidad humana.